sábado, 19 de junio de 2010

CHANTAJE

Chantaje marroquí y complicidad española


COMITÉ DE SOLIDARIDAD CON LA CAUSA ARABE. B.Bajo.

El plácet del Consejo de Ministros al nuevo embajador marroquí en España muestra la falta de coherencia y la debilidad española en sus relaciones con Rabat, pero también es una clara ilustración de la connivencia entre Moratinos y el gobierno de Marruecos en la cuestión del Sahara. La designación de Ould Souilem como embajador en Madrid ha sorprendido a los analistas y ha creado malestar entre muchos responsables políticos y diplomáticos españoles


El plácet del Consejo de Ministros al nuevo embajador marroquí en España muestra la falta de coherencia y la debilidad española en sus relaciones con Rabat, pero también es una clara ilustración de la connivencia entre Moratinos y el gobierno de Marruecos en la cuestión del Sahara.


Echando leña al fuego: el nuevo embajador de Marruecos en Madrid

En abril de 2010 el gobierno de Marruecos anunció el nombramiento de su nuevo embajador en España, el tránsfuga saharaui Ahmed Ould Souilem que sustituye a Omar Aziman. Este último dejó Madrid en enero, unas semanas después de la crisis bilateral motivada por la expulsión de Aminatou Haidar, para asumir la presidencia de la Comisión consultiva para la regionalización avanzada, una instancia que debe proponer un proyecto de descentralización administrativa que además asuma de alguna forma el reconocimiento de la diversidad identitaria del país. A nadie se le escapa que esta nueva fase del debate sobre la organización y la propia definición del país viene espoleada en gran medida por la cuestión del Sahara Occidental.

Ahmed Ould Souilem (Dakhla, 1951), hijo de Abdalá Ould Souilem antiguo alcalde de Villa Cisneros y procurador en las cortes franquistas, se unió al Frente Polisario en 1975 y a lo largo de más de tres décadas desempeñó altas responsabilidades en la RASD, siendo embajador en varios países de América Latina, África y Asia, encargado de las relaciones con las comunidades saharauis en Mauritania y en los últimos años encargado de relaciones con los países árabes, con rango de consejero de la presidencia (1). En julio 2009 abandonó la RASD, se pasó al bando marroquí y de inmediato se prestó al juego propagandístico dando entrevistas en la prensa y participando en programas de televisión en los que hizo méritos repitiendo a diestra y siniestra el más plano discurso oficialista de Rabat (2).

Algunos comentaristas han señalado que la deserción de Ould Souilem se produjo por desavenencias con la dirección del Frente Polisario en el último congreso (3). El transfuguismo puede responder a un cambio ideológico como al cansancio y la cesión ante los cantos de sirena de Rabat. Ould Suilem, hijo de la nomenclatura saharaui del periodo colonial y viéndose como una personalidad destacada de la tribu Ulad Delim mayoritaria del área de Dakhla y la región de Ued ed-Dahab (Río de Oro), renunció al compromiso con su pueblo y se dejó tentar por las promesas de honores y buena vida de Marruecos..

La designación de Ould Souilem como embajador en Madrid ha sorprendido a los analistas y ha creado malestar entre muchos responsables políticos y diplomáticos españoles. Varias notas críticas con esta provocación de Rabat circularon en el Ministerio de Asuntos Exteriores. Así se le hizo saber informalmente por distintas vías al gobierno marroquí, pero ante la insistencia de Rabat ha sido el ministro Moratinos quién más empeño ha puesto para dar el preceptivo placet. Nadie encuentra argumentos convincentes para explicar tal decisión del ministro o mejor dicho tal genuflexión ante la decisión de Mohamed VI. El malestar está extendido incluso entre los amigos del establishment marroquí y entre las figuras más destacadas del lobby pro-marroquí español, pues la designación de Ould Suilem es una catástrofe incluso para ellos. En un país que, como España, tiene una sociedad civil muy sensible con la cuestión saharaui, designar a esta persona es echar leña al fuego. La confrontación será inevitable social con la representación diplomática marroquí y se hará más difícil lavar la cara de Marruecos en estas circunstancias.

La provocación de Rabat no se queda aquí, el placet fue dado hace dos meses pero el nuevo embajador todavía no se ha incorporado. Ould Souilem ha participado en una gira en Estados Unidos organizada por el lobby pro-marroquí, para intentar influir en el Congreso y en Naciones Unidas.

Ould Souilem no puede ser un embajador marroquí, es una simple pieza de la guerra de propaganda en una de las principales embajadas de Marruecos en Europa. Los responsables políticos y la diplomacia marroquí no pueden confiar en él. No conoce Marruecos, ni su sistema político. No puede tener ninguna iniciativa y sólo hará de portavoz del ministro de exteriores y del rey. Tampoco servirá a los marroquíes en España, comunidad que no le ve como suyo.
Tampoco puede contribuir a mejorar las relaciones hispano-marroquíes, y sólo va a contribuir a tensarlas aún más. El trabajo realizado por Omar Azziman, un embajador inteligente, culto, buen conocedor de la realidad española y con un largo recorrido en materia de defensa de los derechos humanos en Marruecos, se dilapida alegremente “saharauizando” la totalidad de las relaciones hispano-marroquíes.

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